martes, 17 de enero de 2017
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ABRAHAM CABABIE
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LA ESQUINA DEL EDIFICIO ERMITA
Cuando
en la Ciudad de México se habla de construcciones resistentes al paso del
tiempo, uno de los primeros en ser evocado, por fuerza, siempre va a ser el
Edificio Ermita, ése al que muchos recuerdan por una ligera similitud con el rascacielos
Flatiron de Nueva York, aunque claro, el que está en nuestro país es mucho más
pequeño.
Sin
embargo, en su momento significó un gran paso en la rama arquitectónica de
México: era el estandarte de la transición a una nueva época, pero lo que me
interesa expresar es que este edificio fue una importante novedad cuando se inauguró,
pues aunque ya se habían hecho obras en el antiguo Distrito Federal bajo la
corriente art decó, dicho complejo
conjuntó en sí mismo, además de la vivienda, un cine y algunos pequeños
comercios en su interior, elementos más que revolucionarios en el aspecto
inmobiliario para aquellos años.
También
se destaca por haber conservado la figura original de la mansión Mier y Pesado,
es decir, el trazo que le brinda su particular forma trapezoidal. Y en la
esquina más estrecha de su emplazamiento, hasta hace poco, aún podíamos
contemplar el distintivo anuncio de Coca-Cola que corría del primer piso hasta
la azotea, por lo que era inevitable observarlo al pasar por su estratégica
ubicación entre las avenidas Revolución y Jalisco.
Su
construcción fue responsabilidad de Juan Segura Gutiérrez y en algún punto de
su joven vida estuvo habitado por muchos exiliados españoles, pero que sólo
fueron huéspedes de paso, pues siempre aguardaban la esperanza de volver a su
añorada patria. De hecho, fue tal su importancia que el escritor Martín Luis
Guzmán llegó a ocupar uno de los pisos del edificio.
Por
fortuna para este desarrollo, el cine que albergaba en su interior fue
sustituido por el actual Teatro Hipódromo Condesa, concediéndole nueva vida.
Tan es así que este año cumplió 81 años, cuenta aún con inquilinos, e incluso
la propiedad sigue perteneciendo a la familia Mier y Pesado.
Asimismo,
no se ha permitido su deterioro en lo más mínimo, ni mucho menos que se pierda ninguno
de los aspectos distintivos con los que nació. Y ahí sigue de pie, en la misma
esquina de siempre, esperando por otro célebre personaje que decida volverlo su
hogar y ser arropado por sus muros llenos de historia.
Abraham
Cababie Daniel
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