El teatro
siempre me ha producido sensaciones indescriptibles; la cercanía y comunión que
ejercen los actores con el público lleva a otro nivel la idea de comunicar un
sentimiento. Y qué pasa cuando el recinto en su estructura representa también
una charla con el arquitecto y quien mira su obra.
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Esa sensación
produce mirar el Gran Teatro de Burdeos, construido bajo el mandato de Luis XVI
en el lejano año de 1700. La entrada es mágica; representa la belleza y el esplendor
con doce columnas que sostienen una fachada corintia, cada una con una estatua
que representa el arte como las nueve musas romanas y a las diosas Minerva,
Venus y Juno.
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Diseñado por
el francés Victor Louis, con un estilo neoclásico que es adornado con una gran
escalinata considerada monumento histórico francés, el gran teatro de Burdeos,
es sede de los principales eventos artísticos de la región: la Opéra
National de Bordeaux, y del Ballet National de Bordeaux.
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Por dentro,
el teatro reúne un mural hermoso, que representa el camino del hombre por el
arte y su relación con las deidades inspiradas en esta rama. Además, conserva
los elementos clásicos como luces y fachada con los que fue edificado.
Un bello
tributo, sin duda alguna, a la narrativa espléndida que ofrece esta obra de
arte, tanto dentro como fuera del recinto en materia arquitectónica.
Abraham
Cababie Daniel
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