lunes, 6 de marzo de 2017
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La Residencia Madrona y el pasar desapercibido Por Abraham Cababie Daniel
Siempre me ha parecido agradable ver cómo en medio de las grandes
ciudades y edificios que simbolizan su crecimiento, hay pequeñas casas o
construcciones que pueden usarse como metáfora del hecho de que hay que
disfrutar de las cosas menos vistosas, pero no por ello valiosas. Esto es más
común en Estados Unidos, donde no hay barrios tan antiguos como los nuestros y
tienen una facilidad mayor de renovar todo a la par.
Hace poquito me tocó ver esto en Seattle, Washington, mientras daba
una caminata por el lugar. Ahí, entre algunos árboles que dificultaban la vista
hacia adentro, me encontré con la Residencia Madrona diseñada en conjunto por
las firmas Vandeventer y Carlander.
Con una altura no mayor a los once metros, la fachada de esta casa
está recubierta en su totalidad de madera, pero está muy lejos de ser una
cabaña. En la cara de la casa se puede distinguir perfectamente un gran muro
recubierto de madera, como si fuera un tejado vertical y, justo arriba de la
puerta de vidrio, una serie de ventanas que en menor medida también tiene una
cubierta de tejas, pero en este caso sólo es para mantener la privacidad. Lo
cual logra bastante bien en conjunto con los árboles que le rodean.
Adentro, los materiales no cambian muchos, pues se empleó suficiente
cemento, lo que es raro en las construcciones americanas y madera de cedro, del
cual también fueron hechos los pisos de las tres plantas de la casa, incluyendo
las escaleras y algunas molduras. Esto, hay que decir, agrega calidez a la casa
y mantiene un equilibrio en lo que colores se refiere, con las paredes que
están pintadas de blanco.
Dada la estructura de madera que recubre el exterior de la casa, se
prescindió casi en su totalidad de cualquier tipo de cortina. Como si a pesar
de lo vistosa que resulta la propiedad, diese la sensación de invisibilidad.
Abraham Cababie Daniel
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